La habitual presencia de una muñeca flamenca sobre el aparato de televisión no acaba de ser compatible con la generalización en los hogares de las pantallas de plasma. Tan sólo individuos como Waylon Smithers podrían hacer convivir (sin sonrojo) estas dos tendencias; la una tan decadente y la otra tan imparable.
No me extraña que a ésta de abajo la exhiban en una centriquísima juguetería burgalesa como si estuviera pendiente de que le hagan un juicio sumarísimo.
