Pocos ejemplares de esta efímera publicación sobreviven al lunes. Mucho menos al jueves. ¿Alguien se ha parado a reflexionar sobre el servicio social que aportan los folletitos que se reparten por los bares las noches de los domingos en temporada de liga? Información futbolística, lotera y astral (tremendamente optimista, por cierto) mimetizada en una cuadrícula mareante de reclamos hosteleros.
Llama mi atención esta incoherencia antropológica con la que intenta atraer la atención un establecimiento de los que ya no quedan, testigo en alguna etapa de mi vida de algunos crepusculares cafés sorbidos amortiguados con galletas Campera cortesía de la casa. Epoca, doblando el plano de la ciudad, en la que citadas pastas aromatizaban el barrio de Fuentecillas. (Ahora las hacen en Soria).
Respecto al aborigen con el boomerang, un canguro tocando el ditgeridoo igual también habría colado.