El muy ecologista gesto de acariciar a un perro faldero (colectivo sin duda muy consternado por la eliminación de arbolado en el entorno del Museo del Prado) y la transgresora redacción de la pancarta merecen un momento de reflexión.
El sábado por la mañana, un comentarista en la SER (que no acabé de identificar, ni falta que hace) preguntó con falsísima candidez si la baronesa Thyssen se iba a encadenar a uno de los árboles con alguna pieza de joyería de Chopard.