Chandalismo y ostentóreo son dos palabras que no existen y sin embargo podrían verse escritas.
El año pasado, el autor del disco Chandalismo Ilustrado abrió el ciclo de actuaciones que programa en verano la UBU en los jardines del Hospital del Rey. Una breve consulta en un buscador aclara que Gecko Turner, ex Perroflauta (inspirador neologismo a su vez) no es el único modelno seducido por este término.
Las tres rayitas de las chaquetillas de chándal de Adidas han sido para Jay K, lider de Jamiroquai, lo que para Arturo Fernández la propia raya de los pantalones. No lo he podido evitar, me ha hecho sonreir este pequeño titular en una crónica del festival Rock in Rio en Público (06/07/08). Se diría que el hecho de perpetrar una mala actuación vestido con chándal es un agravante. Es como si al señor Barragán le echaran en cara eso de llevar batín y zapatillas a cuadros después de contar un chiste poco afortunado. ¿Comprende?
Rescato de un cajón este CD. Hacía años que no lo escuchaba. Era el primero de la banda. Sonaba muy bien y el carismático líder era un muy digno imitador de Stevie Wonder. Lo revisito y sigo pensando lo mismo, con independencia de la involución del proyecto.
El término ostentóreo me ha saltado a las pestañas desde la página 38 de El País de hoy. La etimología de esta palabra tan de cursiva y entrecomillado remite al mismísimo Jesús Gil y Gil. En realidad es un cruce entre los adjetivos ostentoso y estentóreo que salió por primera vez de la bocaza de tan modélico empresario. Un lapso genial. La simbiosis de ambos significados en un único significante, curiosamente, definía a la perfección a su creador.
El año pasado, el autor del disco Chandalismo Ilustrado abrió el ciclo de actuaciones que programa en verano la UBU en los jardines del Hospital del Rey. Una breve consulta en un buscador aclara que Gecko Turner, ex Perroflauta (inspirador neologismo a su vez) no es el único modelno seducido por este término.
Las tres rayitas de las chaquetillas de chándal de Adidas han sido para Jay K, lider de Jamiroquai, lo que para Arturo Fernández la propia raya de los pantalones. No lo he podido evitar, me ha hecho sonreir este pequeño titular en una crónica del festival Rock in Rio en Público (06/07/08). Se diría que el hecho de perpetrar una mala actuación vestido con chándal es un agravante. Es como si al señor Barragán le echaran en cara eso de llevar batín y zapatillas a cuadros después de contar un chiste poco afortunado. ¿Comprende?
Rescato de un cajón este CD. Hacía años que no lo escuchaba. Era el primero de la banda. Sonaba muy bien y el carismático líder era un muy digno imitador de Stevie Wonder. Lo revisito y sigo pensando lo mismo, con independencia de la involución del proyecto.
El término ostentóreo me ha saltado a las pestañas desde la página 38 de El País de hoy. La etimología de esta palabra tan de cursiva y entrecomillado remite al mismísimo Jesús Gil y Gil. En realidad es un cruce entre los adjetivos ostentoso y estentóreo que salió por primera vez de la bocaza de tan modélico empresario. Un lapso genial. La simbiosis de ambos significados en un único significante, curiosamente, definía a la perfección a su creador.