La televisión de este país nunca ha estado tan saturada como ahora de programas de cocina. Algunos espacios se limitan a seguir el camino trillado por Arguiñano y otros buscan el mero entretenimiento entre los fogones de manera más o menos acertada.
Si hubiera sitio para dos telecocinillas más, mis candidatos serían dos estrellas consagradas en Argentina (de carácter difícilmente más opuesto), que ya se han asomado por las pantallas de Canal Cocina.
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El tipo de negro asiendo el desmesurado molinillo de pimienta es Ariel Rodríguez Palacios. (También es frecuente verle haciendo el desmesurado).
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La religiosa que aparece en la portada del libro 100 recetas para compartir en familia es María Bernarda Seitz.
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Él es tan virtuoso en su oficio como desequilibrado en su manera de conducirse delante de las cámaras. El citado canal temático ha repetido hasta la saciedad algunas entregas de Maestro en vivo un programa que realizaba casi en tiempo real con público y músicos en directo. De la Hermana Bernarda sólo se espera que su repostería (ésta es su especialidad) no se le termine por parecer. La Sor es de carácter bien poco dulce y seca a más no poder.
Con lo impredecibles que son las audiencias, no estoy del todo seguro de que acabaran por triunfar, pero los imitadores les acogerían con los brazos abiertos.
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(Aprovecho la ocasión para felicitar a todos aquellos medios de comunicación que han decidido no incluir entre sus colaboradores al ubicuo y casi siempre insoportable Sergi Arola).