¡Coño! ¡Si el lunes es fiesta! Pues volvemos el martes...
Que un puente te pille de vísperas por sorpresa es casi con toda seguridad la única recompensa que tiene el ser una persona despistada. A mí se sucedía a menudo de estudiante y en esta ocasión me he enterado con un margen de tiempo bastante sonrojante. Pero las fiestas en realidad nunca son sobrevenidas. Se publican de manera oficial antes de que comience el año y por lo general la gente las conoce. En el extremo opuesto están los individuos que escanean sin piedad las festividades pías (y alguna profana) según agarran el primer calendario del año entrante que les entregan.
Extrapolar al resto de la población el regocijo de contar con un día de fiesta podría ser un gesto de mal gusto. Muchos trabajadores (cada vez más) tienen prorrateados estos días en rojo en sus respectivos turnos, que ya de por sí no distinguen entre lunes y domingo. Y hay quien los tienen directamente rateados...