Paso a menudo por delante de este rótulo. Hoy, por razones más que obvias, me ha parecido verlo distinto. Le he quitado el sonido a la radio, he pestañeado un par de veces y ese cartel (que nadie en su sano juicio se pararía a fotografiar) ha vuelto a ser el de costumbre.
La ciudadanía burgalesa se la tenía jurada a McCain desde que decidió cerrar la fábrica de patatas fritas congeladas que tenía en Villalonquéjar.