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Hace ocho años se llevaba mucho el amarillo en esta ciudad. ¿Era por entonces el burgalés medio más ávido lector de periodismo de investigación y sin embargo más inocente y/o inconsciente?
De todo el montón de libros que se liquidaban en un centro comercial se me han ido los ojos hacia estas solapas amarillas; más amarilleadas si cabe por una pátina de patetismo y bochorno a prueba de disolventes.
(Compruebo estupefacto que los libros de Alvaro Baeza se venden a 3 euros).