Escucho a un fulano muy puesto (entiéndase en sentido amplio) sentenciar que antes de que triunfara el término
grunge,
Nirvana y otras bandas del pelo, eran consideradas como
sixties revival. Me quedo rumiando que los
13th Floor Elevators fueron coetáneos de
Augusto Algueró y que compartieron furor creativo en aquella década. Así es que esta segunda etiqueta se me antoja un poco vaga, pero también me quedo con la bobada de lo cíclico. Concurrirían muchos otros factores pero el éxito bien le pudo alcanzar a
Nirvana por haber sacado a la luz algo que ya se había experimentado hacía 20 años.
Se sabe que todo vuelve. Entre otros motivos, porque las reintroducciones son provocadas. Pero al desconocedor de las tendencias (ignorante hasta que se topa con ellas en la calle) siempre le cabe un resquicio para la sorpresa. ¿Quién hubiera pronosticado en los años de los guardapolvos que volverían a verse pantalones pata de elefante? ¿Quién da un duro hoy por la vuelta en boga de una u otra prenda? (Si tuviera que arriesgar mi dinero, apostaría por el retorno puntual de las ochenteras levitas de almacenero).
Yo si fuera usted, me compraba este rollo de hule de Cobi al precio que marque ahora el mercado, lo protegería de la luz para que el material no amarilleara y haría gran ostentación de la pieza dentro de tres o cuatro años. No antes. Hay que saber esperar. Naranjito fue denostado en los 90 y hoy es
modelno reivindicarlo estampado en una camiseta.
(No puedo dejar de asociar la palabra hule a
esta entrada de un blog que también echó el cierre este año pasado).