¡No hay nada que más me joda! La mera articulación de la frase no arregla nada. Pero si la dices convenientemente (mordiéndote el labio inferior a ser posible) obtienes una microsedación que te alivia un par de segundos.
Esta mañana se me ha roto la goma de las gafas de nadar. (¡No hay nada que más me joda!). La imitación de este prodigio de diseño sueco puede que no cueste 3 euros en esa gran cadena francesa de distribución de material deportivo que todos tenemos en mente. (Qué fácil habría sido decir Decathlon). La idea de darle una segunda oportunidad a una cámara de rueda de bicicleta, en apariencia irrecuperable, me viene de Mr. Seco (que contra todo pronóstico es anfibio).
La última vez que anduve recortando la goma de una cámara de bici fue para hacer un tirachinas. Pero eso debió ser en la primera mitad de la penúltima década del siglo pasado...