Quizá alguien se acuerde de Lloviendo piedras (Raining stones), aquella película de Ken Loach en la que una apuradísimo joven matrimonio católico de Manchester hacía verdaderos malabarismos para que su hija recibiera la primera comunión en condiciones. (Iba a decir como Dios manda). Los tiempos han cambiado bastante y puede que el documento haya perdido vigencia. Con todo, merecería la pena revisitar la película si algún hastiado programador de televisión la encajara en algún momento indefinido de la parrilla nocturna. A lo que iba: aquí y ahora, gracias a los bazares orientales, el asunto del vestido dejaría de ser un problema.
Espero que no se me acuse de sinófobo por haber fotografiado una vez más uno de estos comercios. Lo siento. Es superior a mis fuerzas.